Christmas in the heart se presenta como un nuevo destello de la genialidad de Dylan. ¡Un disco de villancicos!
Queda patente la inclasificabilidad del genio de Minesota.
El disco se presenta, antes de desprecintarlo, con una pegatina en la que deja claro que los beneficios de las ventas irán a parar a una organización para paliar el hambre. Mal empiece. Excusatio non petita… y ya saben lo siguiente.
Una vez abierto el cd, en la contraportada aparece una exuberante pin-up, vestida de mamá Noel, con liguero y todo, muy al gusto de los 50. Bien, se deja pasar por que está en consonancia con el estilo retro del disco.
Y, ¡sorpresa!, en la trasera, un dibujo de los Reyes Magos. ¿Pero este yankee sabrá quienes son nuestros Reyes Magos?
Ahora vayamos a la música.
En mis peores sueños aparecía Dylan vestido de negro cantando el Tamborilero, en la gala de nochevieja presentada por Ramón García. Y al leer el set list reconozco que me asusté, y mucho. La cosa se me ha ido pasando en sucesivas escuchas.
Es un disco de villancicos, sí. Sólo para escuchar en Navidad.
No son composiciones suyas. Y no es la primera vez que Dylan saca un disco de versiones, con distinta suerte (Self-portait).
Pero lo primero que se reconoce es la producción y arreglos del estilo de la senda marcada desde Love and Theft. No en vano es el propio Dylan el productor con su pseudónimo Jack Frost: batería densa, arreglos de cuerda, sonido Nueva Orleans, sección de viento cuidada, guitarras eléctricas pesadas… y la voz arrastrada de Dylan, de la que no hablaré, pero que afirmo me encanta.
Confieso que me fui directo al Tamborilero y a Adeste Fideles (que sí, que están en el disco). El tamborilero tiene el título de Little Drummer Boy, a Dios gracias, y la canta en inglés. Y resulta una versión muy agradable, con la voz de Dylan sostenida por un coro muy swing (que aparece también en otros cortes de forma muy adecuada). Pero mención aparte merece Adeste Fideles. Arranca con un compás de la sección de viento que obliga a llevar la cadencia de ritmo durante todo el corte. Y se arranca el tío con el latín, aunque cambia al inglés en la mitad. Y de nuevo el coro hace un final interesantísimo con un sugestivo cambio de tono.
El hit está claro que es Must be Santa. Una popular canción de esas en las que cada estrofa añade un verso más al estribillo y al final hay que cantar de corrido y casi sin aire. Muy ad hoc para fiestas. Y con un acordeón de David Hidalgo que ya brillaba en Together trough life.
La senda se marcó con Time out of mind. Un Dylan interesado en el rock clásico, en la producción densa, en los canones blues. Algo remarcado en Love and Theft, Modern Times y Togheter Throug life, y ahora se suma Christmas in the Heart.
Es un divertimento, un producto para iniciados en Dylan. Y un recordatorio de que a Dylan no le van las etiquetas.
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