lunes, 26 de abril de 2010

Postales de invierno


La editorial Libros del Asteroide publicó el año pasado en España por primera vez la novela Postales de invierno de Ann Beattie. Un buen retrato de la decepción posterior a la década de los 60.

Pero esta novela es original porque tiene una magnífica banda sonora. Los editores, con mucha gracia, incluso abrieron un myspace de la novela con las canciones que aparecen en el libro.
Entre ellas, hay una mención especial a Dylan. Como bien cuenta Rodrigo Fresán en el prólogo:



Quien más destaca en Postales de invierno, junto al cádaver todavía tibio de Janis Joplin, es el fantasma de la electricidad de Bob Dylan aullando en los huesos de sus protagonistas. Sam se la pasa buscando en la radio del auto lo nuevo de Dylan -aunque Charles le explique que un Dylan que se sabe vigilado nunca revela nada- porque necesita aber lo que tiene que decir y cantar Dylan acerca de lo mucho que le está pasando al mundo y de lo poco o nada que les está pasando a ellos. Y Postales de invierno fue publicada en 1976. Por lo que el disco -no hay compact disc en Postales de iniverno- que está esperando Sam, en 1975, no es otro que Blood on the Tracks,publicado ese mismo invierno.
El más grande álbum divorcista jamás escrito y grabado y uno de los mejores de Dylan. No creo que a Sam le gustara demasiado, porque lo que él espera es un comunicado trascendente que ponga las cosas otra vez en movimiento y en marcha. A Charles en cambio, seguro, le parecería perfecto, le parecería suyo y nada más que suyo. Y de Laura.

En Postales de invierno - como en Blood on the tracks- la respuesta ya no está flotando en el viento ni los tiempos están cambiando. En Postales de invierno la única ideología válida -el único gesto político que vale- pasa por intentar recuperar a la mujer que se ama. Y con eso es suficiente, alcanza y sobra, no pida más, es lo que hay, no hay ni queda otra cosa.

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