miércoles, 13 de enero de 2010

Dylan y el fútbol

Eduardo Galán, en La Nueva España, y siguiendo el ejemplo de Vila-Matas hace unas semanas en El País, utiliza a Dylan como metáfora para analizar el juego del Barça. Y el juego del Madrid lo compara con Brian Wilson.

En enero de 1961 un adolescente de diecinueve años nacido Robert Zimmerman, refundado Bob Dylan, viajó desde su Minnesota natal hasta Nueva York para visitar a su ídolo, el cantante folk de protesta Woody Guthrie, que vivía en un hospital, casi derrotado por la enfermedad de Huntington. Allí Guthrie le dijo a Dylan que lo esencial de las canciones se encontraba en la letra: las melodías venían más tarde y ya estaban en los blues que cultivaron Robert Johnson, Blind Willie Walter o Charlie Patton en el Misisipi. El Barcelona sigue el consejo de Guthrie: primero letra y después música. Se trata de labrar versos en la cantera que puedan llamarse Xavi, Pujol, Messi o Iniesta y adaptarlos a melodías que otros compusieron (el equipo de Guardiola combina la Holanda de Cruyff, el Inter de HH o el Madrid arcaico de Di Stéfano). De la misma forma que Dylan robó parte de las letras de su LP «Love and theft» a un autor japonés semidesconocido, Junichi Saga, el Barça ficha a jugadores que todavía no han alcanzado su cumbre pero que poseen la potencialidad de hacerlo en el club azulgrana (Ibrahimovic), asimilándolos a sílabas ya escritas. No extraña, por tanto, que haya sido Serrat, un cantautor, quien cantó el himno del Barcelona en la celebración de la Liga 2004-05.

En junio de 1966, transcurrido un mes desde la publicación de «Pet sounds», Brian Wilson se encerró con un horizonte: componer «una sinfonía adolescente a Dios». Se titularía «Smile» («Good vibrations» era el camino a seguir) y partiría de la idea de acoplar letras y temáticas de los «Beach Boys» a melodías «avant-garde». Acosado por problemas con su discográfica, abrumado por el nacimiento de su primera hija y derrotado por el «Sgt. Peppers» de los «Beatles» (escuchaba «A day in the life» cientos de veces a la semana), Wilson aparcó «Smile» y comenzó a sufrir serios problemas mentales. El Real Madrid, como Brian Wilson, prioriza melodía (un equipo grande, con muchas estrellas, especialmente en ataque) a letra (da igual que esa estrella sea Figo, Zidane o Cristiano). Lo primordial es conservar esa aura monumental, sinfónica, que envuelve a un club que resume (tarea monumental y sinfónica) la historia del fútbol. No extraña, por tanto, que haya sido Placido Domingo, un tenor, quien cantó el himno del Real Madrid en la celebración del centenario y tampoco extraña que Brian Wilson no completase «Smile» hasta 2003.

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