domingo, 26 de febrero de 2012

Dylan en la última novela de Alberto Olmos: Ejército enemigo




El auténtico animador del aburrido mundo de la crítica literaria por internet, que es Alberto Olmos (no os perdáis el blog del Lector Malherido), ha publicado su última novela en Mondadori titulada Ejército Enemigo.




Una novela interesante, que partiendo de una visión de un cínico publicista y la muerte de su amigo, un tipo convencido e implicado en la causa "solidaria", traza una relfexión sobre los motivos que llevan a multitud de personas y organizaciones a perseguir un fin filantrópico. Pero que en realidad lo que demuestra es un grito sediento de sentido de la existencia, que exige por qués, que necesita entender los por qué para soportar los cómos.




En uno de los pasajes claves de la novela hay una referencia Dylaniana. La canción favorita del amigo muerto era Blind Willie McTell (el autor hace referencia a este como Wyllie). Olmos hace una bonita descripción de la voz de Dylan:







-Vamos a escuchar su canción favorita- dijo Fátima, cuando ya habíamos puesto la buhardilla toda perdida de Daniel.



Se acercó a portátil y tecleó con resolución.



-¿"calm like a bomb"?- vaticinó Eduardo.



Sin acierto.


-No, no. Ésta.



Cayeron las notas de un piano, desmayadas de imprecisión. Tambén sonaba una guitarra, punteada primorosamente. Entró la voz, bursca de sedas y chatarras, de alcohol y sombreros antiguos. De homenaje.



- Por una vez me sé la canción- dije.


... I traveled trough East Texas, where many martyrs fell...



Me costó cierto esfuerzo no sucumbir a la atmósfera funeral y algodonada que creó aquella canción, que creó nuestro silencio asambleario y la visión de tantos vasos vacíos, de tanta fiesta fulminada.



Fátima lloraba definitivamente.


Ana le tomó una mano y Eduardo le puso otra en el hombro y todo el mundo tocó a alguien de unamanera milagrosamente emocional. Ardíamos en drogas que no existen. Sentí esa vergüenza que pone del revés mi pesimismo, atiza mi incomodidad, y me convierte el corazón en un invitado molesto dentro del pecho. Me abochornaba tanta sentimentalidad. Me hacía abrirle la puerta ligeramente a la esperanza de que, a veces, algunas personas puedan sobrepasar su propia silueta egoísta y entrar en los demás, aunque sea con motivos de muerte ya altas horas de la noche y sólo durante un tiempo menor del que duran las canciones favoritas de los que ya no pueden escucharlas.


... power and greed and corruptible seed seem to be all there is...



Nadie dijo nada mientras Dylan lo decía todo, pero no con sus palabras hagiográficas, no con su historia de un ciego llamado Wyllie y un tiempo en llamas; sino con una voz que era para siempre, que duraría más que el hombre que lo recordaba, que serviría a otros hombres para recordar a otros hombres, a otros caídos, siempre, en una resurrección de la dignidad y de las desesperación, de lo mejor de nosotros mismos y de las lágrimas legítimas, del dolor, de la derrota.




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