Enlace al artículo Corsarios del Vinilo, publicado por Alejandro Zabaleta en El Mercantil de Valencia.
La piratería discográfica surgió en 1969 con la edición de "The great white wonder", un álbum con temas que Bob Dylan grabó en el sótano de su casa con The band cuando se recuperaba de un accidente.
La piratería discográfica surgió en 1969 con la edición de "The great white wonder", un álbum con temas que Bob Dylan grabó en el sótano de su casa con The band cuando se recuperaba de un accidente.
El mes pasado cogieron a un tal J. M. R. con las manos en la masa. Había filtrado en la web una canción inconclusa del próximo disco de Madonna, Gimme me all your luvin'.
J. M.R. no ha inventado nada. Es el continuador de una legendaria tradición que se remonta a los tiempos del vinilo, de bandoleros de 33 revoluciones por minuto que robaban cintas de los estudios de grabación, prensaban sus discos ilegales en países del antiguo bloque comunista y los vendían por debajo o por encima del mostrador en determinadas tiendas. A sus discos piratas se los llamó bootlegs, denominación que hace referencia al tacón de las botas en el que algunos traficantes de alcohol escondían sus licores clandestinos en la época de la Ley Seca.
En 1967 Bob Dylan hubo de pasar un tiempo de recuperación. Para entretener el retiro forzoso, se dedicó a grabar de forma casera en el sótano de su mansión canciones medio compuestas medio improvisadas junto a The Band. Algunas de las más logradas las cedió a otros cantantes y llegaron a ser grandes éxitos, como The mighty QuinnThis wheel's on fire. Un espabilado se hizo con las precarias cintas y en 1969 salía al mercado The great white wonder, el primer bootleg de la historia. No fue precisamente mal, vendió miles de copias. En los años siguientes saldrían más discos piratas con más canciones de las sesiones subterráneas, hasta que en 1975 el propio Dylan decidió parar la avalancha editándolas de forma oficial en el doble LP The basement tapes.
J. M.R. no ha inventado nada. Es el continuador de una legendaria tradición que se remonta a los tiempos del vinilo, de bandoleros de 33 revoluciones por minuto que robaban cintas de los estudios de grabación, prensaban sus discos ilegales en países del antiguo bloque comunista y los vendían por debajo o por encima del mostrador en determinadas tiendas. A sus discos piratas se los llamó bootlegs, denominación que hace referencia al tacón de las botas en el que algunos traficantes de alcohol escondían sus licores clandestinos en la época de la Ley Seca.
En 1967 Bob Dylan hubo de pasar un tiempo de recuperación. Para entretener el retiro forzoso, se dedicó a grabar de forma casera en el sótano de su mansión canciones medio compuestas medio improvisadas junto a The Band. Algunas de las más logradas las cedió a otros cantantes y llegaron a ser grandes éxitos, como The mighty QuinnThis wheel's on fire. Un espabilado se hizo con las precarias cintas y en 1969 salía al mercado The great white wonder, el primer bootleg de la historia. No fue precisamente mal, vendió miles de copias. En los años siguientes saldrían más discos piratas con más canciones de las sesiones subterráneas, hasta que en 1975 el propio Dylan decidió parar la avalancha editándolas de forma oficial en el doble LP The basement tapes.
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