viernes, 25 de noviembre de 2011

La Dylanmanía no muere, por Borja Bergareche

Buen artículo de Borja Bergareche en ABC


Decir que Bob Dylan lleva medio siglo en la carretera, desde su llegada a Nueva York con veinte añitos, es una obviedad. Pero está llena de significado. En ese vagabundear sin descanso, geográfica y musicalmente, el artista ha visto siempre una carrera de fondo para distanciarse de su audiencia, de unos fans a los que siempre ha castigado. Su salto a la guitarra eléctrica en el festival de folk de Newport en 1965 supuso un arrogante desafío a los más dogmáticos de entre sus seguidores, que abuchearon entonces una recién estrenada «Like a Rolling Stone».

Un misterioso accidente de carretera en 1966 le tendría apartado de los escenarios durante casi ocho años. No hubo parte médico. Ni le atendió ambulancia alguna. Muchos «dylanólogos» creen que se trató en realidad de un golpe de efecto de este gran prestidigitador de sí mismo para quitarse de en medio un tiempo. Esquivar a sus fans. Confirmando que el siniestro existió, el propio Dylan insinúa esta tesis en su autobiografía: «La verdad es que quería salirme de aquella carrera de ratas

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