Reproducimos algunos extractos de la entrevista
De hecho, en Buenos Aires este último compacto lo presentasteis como teloneros de Metallica. ¿Qué tal la experiencia?
Acabábamos de sacar el disco y tocar con Metallica nos proyectó un montón: fue uno de los discos más vendidos. Tuvimos la experiencia de tocar para 50.000 personas dos días en el estadio de River Plate de Buenos Aires. Y luego los Metallica nos llamaron al camerino para sacarse una foto con nosotros, ¿te imaginas? Resulta que les habían explicado que yo era como el Bob Dylan nacional, el cantante que se atreve a tocar solo con la guitarra ante toda una cancha de fútbol, y dijeron ‘nos encantaría conocerle’.
Precisamente te iba a preguntar qué tal llevas que te digan el Bob Dylan argentino…
Perfectamente, claro. Gracias a Bob Dylan agarré mi armónica y compuse mi primera canción. Andaba en mi pueblo con mi bicicleta, con 13 años, y escuché en la propagadora (entonces no existía la radio) una canción en inglés que me emocionó tremendamente, pero cosas de pibe: no fui a averiguar quién la cantaba. Siete años después la volví a escuchar en una tienda, me compré el ‘simple’ (con dos canciones) de los Birds, en la que cantaba Mr. Tambourine y al día siguiente volví para pedirle que me vendiera todo lo que tuviera de ese grupo. Me dijo que no tenía más que eso, pero sí algo del autor de la canción. Así que me fui con el disco de Dylan The Freewheelin’ y su Blowin’ in the wind me flasheó. Mi canción Hombre de hierro más que ser una clara influencia de este himno es directamente un robo. Es muy parecida, pero mi letra era sobre la política de Mendoza, de cuando los militares reprimieron violentamente a un grupo de maestras. Fue la tapa de una olla que se destapó. Ahora ya llevo más de 40 discos grabados…
¿Y es cierto que a su perro le ha puesto Dylan de nombre?
Claro. Es el único Dylan con el que puedo estar hablando (risas). En realidad, tuve contacto con Bob Dylan gracias a Pete Seeger. En ese encuentro Dylan me regaló una armoniquita que se la sacó al mánager y me preguntó cómo me lo hice yo para grabar con Seeger. Recuerdo que entonces Dylan llevaba el Óscar que ganó pegado al teclado.
Acabábamos de sacar el disco y tocar con Metallica nos proyectó un montón: fue uno de los discos más vendidos. Tuvimos la experiencia de tocar para 50.000 personas dos días en el estadio de River Plate de Buenos Aires. Y luego los Metallica nos llamaron al camerino para sacarse una foto con nosotros, ¿te imaginas? Resulta que les habían explicado que yo era como el Bob Dylan nacional, el cantante que se atreve a tocar solo con la guitarra ante toda una cancha de fútbol, y dijeron ‘nos encantaría conocerle’.
Precisamente te iba a preguntar qué tal llevas que te digan el Bob Dylan argentino…
Perfectamente, claro. Gracias a Bob Dylan agarré mi armónica y compuse mi primera canción. Andaba en mi pueblo con mi bicicleta, con 13 años, y escuché en la propagadora (entonces no existía la radio) una canción en inglés que me emocionó tremendamente, pero cosas de pibe: no fui a averiguar quién la cantaba. Siete años después la volví a escuchar en una tienda, me compré el ‘simple’ (con dos canciones) de los Birds, en la que cantaba Mr. Tambourine y al día siguiente volví para pedirle que me vendiera todo lo que tuviera de ese grupo. Me dijo que no tenía más que eso, pero sí algo del autor de la canción. Así que me fui con el disco de Dylan The Freewheelin’ y su Blowin’ in the wind me flasheó. Mi canción Hombre de hierro más que ser una clara influencia de este himno es directamente un robo. Es muy parecida, pero mi letra era sobre la política de Mendoza, de cuando los militares reprimieron violentamente a un grupo de maestras. Fue la tapa de una olla que se destapó. Ahora ya llevo más de 40 discos grabados…
¿Y es cierto que a su perro le ha puesto Dylan de nombre?
Claro. Es el único Dylan con el que puedo estar hablando (risas). En realidad, tuve contacto con Bob Dylan gracias a Pete Seeger. En ese encuentro Dylan me regaló una armoniquita que se la sacó al mánager y me preguntó cómo me lo hice yo para grabar con Seeger. Recuerdo que entonces Dylan llevaba el Óscar que ganó pegado al teclado.
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