Son las cinco de la tarde y, tras la pausa para comer, la
tienda de discos abre de nuevo. Como la ferretería de más arriba y el
supermercado de más abajo. A diferencia de los comercios colindantes, casi todos
los carteles colgados en la puerta anuncian productor de artistas vecinos:
Macaco, Petrus, la Orquesta Fireluche, Smoking Stones y... bueno... uno de Il
Divo.
(...)
Un cuarto de hora
antes de cerrar, entran los clientes rezagados. Uno se llevará cuatro oldies
de Dylan. Dos jóvenes buscan un regalo y no saben qué DVD de los metaleros
Nickelback elegir. A las ocho en punto hay siete clientes en la tienda. La
ferretería baja la persiana, pero aquí no cerrarán hasta y veinte. Hay que
cuidar al cliente. Esto no tiene nada que ver con apoyar a la industria del
disco. Es comercio de proximidad. El día a día en una tienda de barrio.
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