Sin miedo al cambio. Por Paco Cabezas
"Vuestra antigua carretera está envejeciendo rápidamente. Por favor, salid de la nueva si no podéis echar una mano, puesto que los tiempos están cambiando". Se enfrentaba Bob Dylan a las miserias que acechaban a la sociedad estadounidense en la década de los 60 al susurro de 'The times they’re a-changin'. Quedarse cruzado de brazos ante el implacable paso del tiempo nunca fue una buena solución. Ni siquiera este Barcelona triunfal de las Seis Copas puede vivir de los éxitos, por reciente que sea el recuerdo. Sin refundación, no hay victoria.
"Vuestra antigua carretera está envejeciendo rápidamente. Por favor, salid de la nueva si no podéis echar una mano, puesto que los tiempos están cambiando". Se enfrentaba Bob Dylan a las miserias que acechaban a la sociedad estadounidense en la década de los 60 al susurro de 'The times they’re a-changin'. Quedarse cruzado de brazos ante el implacable paso del tiempo nunca fue una buena solución. Ni siquiera este Barcelona triunfal de las Seis Copas puede vivir de los éxitos, por reciente que sea el recuerdo. Sin refundación, no hay victoria.
Pep Guardiola ha apartado de su carretera particular a jugadores como Touré, Márquez o Henry. Si pretende opositar a los títulos ante el implacable acoso del Real Madrid, debe confiar en aquellos futbolistas dispuestos a ejercer de nuevos referentes. Como sería el caso de Pedro, una vez más capital en el encuentro ante el Málaga, por mucho que en los últimos tiempos haya calentado más banquillo del debido. Lleva ya el canario 16 goles este curso. Cifras que, por otro lado, no dejan de sorprender al propio cuerpo técnico azulgrana y que incrustan aún más a un Henry crepuscular en el banquillo.
Pero si hay alguien que se empeña en seguir caminando es el propio Guardiola. Implicado como pocos en la causa, varió el sistema por sorpresa y apostó por un 4-2-3-1 que permitió reaccionar al equipo tras sus últimas decepciones. Por un lado, consiguió atajar la incesante pérdida de balones en zonas de riesgo –gran problema en sus partidos en el Calderón y Stuttgart– con una medular mucho más equilibrada y parida a partir de un doble pivote formado por Sergio Busquets y Xavi. No sólo eso.
Aprovechó la vuelta del imprescindible Dani Alves, asociado esta vez con Pedro mientras Messi se buscaba la vida en el eje, para que los costados volvieran a ser puñales. Las variaciones en el dibujo propiciaron que los azulgrana recuperaran aquella frescura que tanto se había echado de menos en los últimos tiempos. Aún es pronto para saber si este Barcelona conseguirá alzarse con los dos títulos en juego. Eso sí. Nadie podrá acusar a Guardiola de no afrontar con valentía los cambios
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